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 Aesir Chronicles: Capitulo I, Acto segundo

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Kaizen
E v e r S t r a y
E v e r  S t r a y
Kaizen


Localización : Where the wind takes me
Agradecimientos: : 1
Puntos : 5876

Hoja de personaje
Personaje Personaje: Reiza
Nivel de Ánima: 1
Experiencia del Personaje:
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MensajeTema: Aesir Chronicles: Capitulo I, Acto segundo   Aesir Chronicles: Capitulo I, Acto segundo EmptyJue Mar 19, 2009 3:05 pm


Aesir Chronicles



CAPÍTULO I - ACTO SEGUNDO

Armado de valor y entusiasmo, Aki comenzó a correr a todo lo que podían sus piernas hacia el norte de la ciudad. Cruzó las calles plagadas de gente y mercaderes hasta llegar al castillo de Prontera.
Aquel noble edificio que daba albergue a la familia real y a los caballeros que luchaban por el reino. Era un edificio amplio en todas las dimensiones, era alto como el cielo y parecía rozar las nubes con los picos de sus torres, además de ser amplio y cubrir todo el centro de la ciudad.
Cruzar el castillo era requerido para llegar hasta los denominados “Reinos de la Valquiria”, lugar donde tenían su sede las fortalezas de los más importantes gremios del continente.
Al cabo de un rato Aki divisó en la lejanía las puertas del norte de la ciudad.
Al llegar hasta ellas, éstas se encontraban abiertas. Esta era una costumbre que se había adoptado en las ciudades a causa del gran flujo de viajeros y aventureros que transitan por las ciudades a diario. Decidido, el joven cruzó la puerta y se encontró con el mundo exterior… los campos de Prontera. Los guardias de la puerta no pudieron evitar mirar con extrañeza que tan flacucho y débil joven quisiera aventurarse al exterior, pero mucho no podían hacer.
Afuera de las murallas había unas extensas praderas, con cantidad de colinas y árboles por doquier. A la distancia, directo hacia el frente se divisaba un alto monte.
“Bien, veamos. ¿Izquierda o derecha?... ¿Qué camino era?” – pensaba el mientras caminaba hacia adelante el novato.
“Se supone que es al oeste, o sea, a la derecha… ¿no?”
- Que Dios me guíe… - dijo mientras tragaba un poco de saliva y se armaba de valor para comenzar a avanzar.
A medida que avanzaba, comenzaba a adentrarse en una especie de bosque sumamente denso.
“Si no me equivoco, Elzaim me advirtió que por aquí hay mandrágoras… tendré que estar atento…”
Los árboles, sumados a las inclinaciones y colinas del terreno hacían del lugar un auténtico laberinto natural. El lugar parecía desierto, excepto por las esporádicas apariciones de algún Poring o Lunatic entre los arbustos, o uno que otro Pupa pegado al troncos de algún árbol.
De pronto, un ruido antinatural llegó al oído de Aki…
¡Crack!
Rápidamente, miró sus pies y notó que había posado su pie derecho sobre una especie de raíz gruesa y rojiza. En ese mismo instante, ésta se retiró y se escondió en un arbusto a su izquierda, sólo para luego mostrar 3 tentáculos más.
- ¡Demonios!
Sin tiempo a reaccionar, el primer tentáculo alcanzó a Aki y le golpeó en el hombro derecho tumbándolo al suelo.
“¡¡Dios!! ¿¡Y ahora qué hago!?”
El segundo tentáculo lo tomó a Aki por los pies y lo colgó de cabeza a unos 15 centímetros del suelo, mientras el tercer tentáculo se preparaba para azotar al indefenso novato nuevamente.
Justo en aquellos momentos cruciales, mientras intentaba alcanzar su daga se contuvo y recordó las palabras de Elzaim:
“Las Mandrágoras son plantas ciegas y sordas, sólo se guían por el movimiento de su oponente para verle. Si llegas a encontrarte con una quédate lo más quieto que puedas y finge estar muerto. Sí, se que no es una táctica muy valiente, pero ya que eres tú supongo que estará bien, ¡¡Jajajajaja!!...”
“¡Eso es!”- exclamó en su mente Aki mientras se quedaba tan quieto como podía.
No logró evadir el latigazo de la mandrágora, pero siguió quedándose quieto… tan quieto como podía.
“Que funcione, que funcione, que funcione…”
La mandrágora de súbito comenzó a moverse más gentilmente y a examinar el cuerpo de Aki. Éste no se movió ni un centímetro, y pronto la planta cedió en su intento y lo dejó caer al suelo mientras retraía sus tentáculos hasta atrás del arbusto nuevamente.
- … ¡¡Sí!! – Exclamó eufórico Aki mientras se alejaba rápido del lugar - ¡Malditas plantas! ¡Cuando tenga mas poder juro que haré ensalada de ustedes por humillarme así!
Continuó su camino por aquel laberinto hasta que, cuando y acaecía el atardecer, encontró la salida de aquella jungla.
Más allá de la jungla, yacía una planicie más baja y con grandes y frondosos árboles, además de abundante vegetación. Y, a la distancia, se divisaban grandes murallas blancas.
- Allá debe ser… - Dijo mientras miraba más cuidadosamente la planicie que debía cruzar.
Notó que a través de la planicie corrían libremente unas especies de monos bastante altos de color café rojizo, junto con unos mapaches de gran tamaño.
- Ah, me hablaron de estos. Dicen que hay gente que los domestica como mascotas, por lo dóciles que son, creo que se llamaban Yoyos… aunque de todos modos creo que será mejor no acercármeles…
De pronto un ruido comenzó a escucharse a la distancia, y una nube de polvo comenzó a acercarse a Aki desde su derecha.
- ¿¡Qué demon…!?
Alcanzó a exclamar Aki cuando una estampida de monos se abalanzó sobre él, lanzándolo varios metros hacia el lado.
Desde el centro de la nube de polvo se lograba ver un Yoyo de gran tamaño, casi como un adulto humano, de color café oscuro y con cara de pocos amigos. Éste hizo una extraña seña con la mano y de la nada saltaron 5 monos sobre Aki y le tomaron todas las extremidades y la espalda.
- ¡Un Choco!
¡Luego el chimpancé café tomó una enorme roca entre sus garras y dio un salto para atacar!
En el momento en que estaba por romperla sobre el frágil cuerpo del novato, un grito se escuchó a la distancia.
¡¡ Esfera espiritual!! [Skill: Throw Spiritual Sphere]
Una esfera de intensa luz azul atravesó el pecho del mono café, y este cayó de inmediato inerte al suelo.
Tanto Aki como los monos que lo sostenían quedaron paralizados por un momento, mientras de entre los arbustos apareció un hombre musculoso, con ropas ligeras y en cuestión de segundos noqueó a los 5 monos con sus puños desnudos.
Al terminar de golpear al último mono, se dio vuelta hacia Aki.
- Niño, ¿Estás bien? – dijo mientras extendía su mano hacia Aki para ayudarle a levantarse.
- Bien, sólo un poco atontado… - dijo mientras salía de la impresión que le había causado la aparición de aquel sujeto - vaya… los derrotaste en segundos… Dime, ¿quién eres?
- Mi nombre es Zeros y soy un Monje del templo de Santa Capitolina. Imagino que viniste a ver al padre Rukalbakara.
- S-sé, justamente a eso vine…
- Bueno, ¡ojalá tengas suerte! seguro serás un buen Sacerdote. – dijo Zeros sonriendo.
- … ¿Sacerdote? ¿Por qué crees que seré sacerdote?
- No sé… no pareces el tipo de persona que guste de un buen combate, tampoco tienes el aspecto de alguien así... igual no te preocupes, los sacerdotes tienen otro tipo de fortaleza distinta y no tendrás que preocuparte mucho.
- ¿Estás insinuando que soy un cobarde y un miedoso?
- Yo no dije eso – respondió desviando ligeramente la mirada
- ¡Pues no importa! ¡Algún día seré un monje como tú, y te aseguro que te derrotaré en un duelo!
- … Estaré esperando ese día – dijo Zeros sonriendo antes de comenzar a correr a una velocidad impresionante hacia el bosque que estaba detrás.
Un ligero silencio cayó mientras Zeros se perdía de vista en la imagen del bosque y el atardecer.
“así que un Monje…”


Kaizen: Storyboard
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Copyright ©️ Mayo 2008

~Modificado en Febrero 2009~

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